Por: Aldo Lorenzzi Bolaños (*)
Hoy en día nuestro país vive uno de los episodios más tristes en nuestra vida republicana. No podríamos haber imaginado ni en las peores pesadillas lo que estamos atravesando. Vivimos desde hace algún tiempo episodios de corrupción en todos los ámbitos, siendo los valores humanos del bien común en una sociedad tan importantes como la ética y la moral elementos que se han visto mercantilizados sobre la base de intereses y apetitos personales de distintos personajes en nuestra escena política.
Esto ha traído como consecuencia la implosión de todas las instituciones del estado, que se ha venido dando desde hace un buen tiempo. Este fenómeno ha avanzado poco a poco, mientras que los actores políticos nos hacían creer que nuestras instituciones funcionan bien, cuando eso está muy lejos de la realidad. Sin embargo, muchos les creímos.
Más allá de ideologías bobas y doctrinas que no tienen nada de doctrinas, nuestro país debe buscar un nuevo norte donde las generaciones que vienen detrás de nosotros tengan la capacidad de no negociar valores tan elementales como la ética en su mínima expresión y la moral. Solo de esta forma y bajo este cimiento podríamos conseguir formar cuadros que hagan reformas al Estado. No hablamos de reformas económicas, ni reformas estructurales, sino reformas muy básicas que nos permitan reconstruir nuestro estado.
Todo lo que vivimos hoy es consecuencia de dinamitar instituciones naturales tan elementales como la familia, la escuela, la comunidad, que son el eje principal de toda sociedad, y si estas instituciones se encuentran en crisis o fracturadas no podremos reconstruirlas para que nos ayuden al correcto funcionamiento de nuestra sociedad.
No podemos pensar que con bastas “agendas de reforma país” o de “grandes foros democráticos“ vamos a cambiar algo de lo que vemos ahora. Vendrán nuevos personajes y tendrán la estructura para hacer lo mismo. No vale de nada que nos vendan humo. Las reformas deben ser desde lo más básico de la sociedad. Reconstruir el tejido social es el primer paso para el gran cambio que necesita el país, y entender que la ética y la moral de una sociedad no se venden. Solo así generamos el gran cambio que todos esperamos. Que no nos hagan el cuento otra vez para tomar el poder.
(*) Abogado, especialista en Derecho Civil, nuevas tecnologías y Derecho Administrativo. Miembro de la Sociedad Peruana de Derecho Comisión de Derecho Civil.