Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Pocas veces relevamos el día del Ministerio de Relaciones Exteriores y muchas el día del diplomático peruano. Aunque esencialmente complementarias, no son lo mismo. Eso debe cambiar -tengo a la mano los discursos de los 25 últimos cancilleres que lo confirman-. Un 3 de agosto como hoy, hace 194 años, el generalísimo don José de San Martín expidió el decreto que creó el Ministerio de Relaciones Exteriores como plataforma del Estado encargada de solventar nuestros intereses en el frente externo.
Desde entonces, los responsables de llevar adelante esta tarea han sido los diplomáticos -con los años forjados como diplomáticos de carrera- y el personal administrativo de la Cancillería, quienes en conjunto dieron cumplimiento a las disposiciones del canciller de turno -Juan García del Río fue el primero-. Nuestra Constitución Política establece que el Presidente de la República es quien dirige la política exterior del Estado y corresponde al Ministerio de Relaciones Exteriores su elaboración y ejecución. Así, pues, el canciller y todo el equipo ministerial a su cargo (diplomáticos y administrativos) actúan conforme a los lineamientos de la acción externa determinados por el jefe de Estado. Todos están localizados, de un lado, dentro del país, en la sede misma de la Cancillería y en otras dependencias públicas estratégicas, así como en las oficinas descentralizadas con que cuenta en diversas ciudades del interior; y, de otro, en el exterior, integrando las embajadas, los consulados y las representaciones permanentes que tenemos por el mundo. No es un secreto que la Cancillería cuenta con una de las más calificadas porciones de funcionarios y servidores del Estado, y eso también es bueno para los intereses del país sobre todo ahora, mirando los nuevos enfoques de su proyección internacional. Torre Tagle requiere de un renovado impulso hecho por las jóvenes generaciones -nueva sangre-, hoy encarnadas en la ministra Ana María Sánchez.
Fuente: Correo
