El Dilema de aplicación de las normas del Buen Gobierno Corporativo en los tiempos actuales: una breve mirada a la situación de esta herramienta en el caso Peruano
Juan Carlos Zevallos Roncagliolo[1]
En los tiempos actuales, hablar de Buen Gobierno Corporativo (BGC) para aquellos que no se encuentran vinculados a las ramas de la administración, negocios y al mercado de valores parece ser un término complejo y a la vez cargado de significado. En algunos casos, lo pueden asociar a la gestión de una institución en estricto y en otros casos, con la democracia que debe existir en el devenir empresarial. Pero, lo cierto es que el BGC es más que lo descrito, porque busca el equilibrio en las complejas relaciones empresariales buscando la armonía al interior de la empresa, la tranquilidad de los accionistas, competitividad y transparencia en la actuación corporativa. Bajo esta línea, vale decir que bajo esta premisa el BGC apuntan por naturaleza a la búsqueda de la integridad de los negocios y los mercados. En ese sentido, el BGC tiene una gran importancia para la vitalidad y estabilidad de nuestras economías. No obstante lo señalado, nos atrevemos a afirmar que el BGC hoy en día afronta muchos problemas en su aplicación en general en las complejas relaciones empresariales que se vienen dando en el mundo; En especial en países como el Perú, donde su desarrollo es relativamente reciente y no tiene más de 20 años.
En este orden de ideas, para la aplicación y desarrollo de los postulados del BGC que suelen demarcar líneas de actuación, principios ideales y guías empresariales para un gobierno corporativo justo, transparente, competitivo y equitativo, se necesita urgentemente entender la connotación de por qué existe este concepto, así como por qué es necesario utilizarlo e introducirlo en las políticas empresariales, valores y principios corporativos y finalmente, cuales son los beneficios de su aplicación. Pero, en este análisis es difícil ignorar el hecho que también resulta necesario cuestionarnos el por qué el BGC aún no ha sido acogido del todo en las prácticas empresariales en el mundo actual y en especial en nuestro país.
Para estos efectos, resultará pertinente evaluar el por qué algunas empresas son tan reacias a adherirse a estas prácticas del BGC como reflejo de una adecuada política de Responsabilidad Social Empresarial. En esta línea, trataremos de establecer cuáles serían las motivaciones, desventajas o desincentivos para acoger las prácticas del BGC que vienen haciendo casi utópico e inaplicable el BGC en el Perú de hoy. En este punto de la discusión, se plantea un verdadero dilema de parte de los que defendemos el BGC y quienes guardan distancia de este instituto por motivaciones que más adelante trataremos de explicar.En este ensayo abordaremos el concepto de BGC, su evolución histórica y su antecedente más reciente del BGC como institución, así como la importancia y beneficios del BGC. Inmediatamente después, trataremos el verdadero dilema que se cierne sobre las normas del BGC en su aplicación práctica en los tiempos actuales.
Luego, analizaremos el por qué el BGC tiene tantos problemas de aplicabilidad en una economía emergente y de desarrollo bursátil incipiente como lo es la peruana. Finalmente, desarrollaremos los motivos por los cuales a nuestro entender el BGC resulta tan difícil de digerir por la clase empresarial peruana y el por qué reúne tantos problemas de aplicabilidad y oposición para su aplicación.
Finalmente, emitiremos algunas recomendaciones para suplir estos problemas reales y actuales que afectan la apertura del mercado peruano al mundo, afectan su competitividad, perjudican a sus accionistas y demás grupos de interés e impiden una mayor y mejor transparencia hacia el exterior. Ahora bien, para pasar a desarrollar el presente ensayo, y abordar el tema central, consideramos pertinente, como paso previo, explicar la connotación del término dilema, señalando que este procede del latín dilemma, que puede traducirse como “dos premisas”. Un dilema, por lo tanto, es un argumento que está formado por dos proposiciones contrarias y disyuntivas: al conceder o negar cualquiera de estas dos proposiciones, queda demostrado aquello que se quería probar[2]. En el lenguaje cotidiano, se entienda al dilema como un problema que puede resolverse a través de dos soluciones pero que ninguna de las dos resulta completamente aceptable o, por el contrario, que las dos son igualmente aceptables. En otras palabras, al elegir una de las opciones, la persona no queda del todo conforme.
Lo que hace un dilema es poner a un individuo en una situación de duda, debatiéndose entre dos alternativas. El dilema puede generarse por diversas cuestiones: profesionales, morales, etc. Es frecuente que la persona se debata entre una opción “correcta” (aquello que supone que debe hacer) y una opción “sentimental” (aquello que siente que quiere hacer). El surgimiento de dilemas en la vida cotidiana es muy frecuente[3]. Bajo este entendido, podemos establecer que aclarada la definición del término dilema podemos pasar a explicar por qué el BGC tiende a plantear un verdadero dilema entre la clase empresarial mundial y en la de países como el Perú, y esto es así porque nos plantea serias dudas y cuestionamientos sobre la conveniencia de su aplicabilidad en diversos aspectos, pues existen quienes están de acuerdo con la apertura, transparencia, el control del directorio, el trato equitativo al accionista y el entorno y la mayor regulación normativa, mientras que otros, consideran que el BGC representa altos costos de transacción, violación a su reserva económica y financiera, excesivos controles y regulación excesiva que afectan la competitividad, los costos operativos y la eficiencia del negocio de los empresarios peruanos.
A continuación, como paso inicial previo al desarrollo de los distintos dilemas y/o problemas que plantea la aplicación de los principios del BGC en la actualidad en el Perú, es pertinente detenernos un momento para explicar qué entendemos por Buen Gobierno Corporativo, señalando que este es un conjunto de principios que nos ayudan a mejorar las relaciones entre los grupos de interés dentro de una Compañía. En ese sentido, trabajar bajo los principios del buen gobierno corporativo es hacerlo con altos estándares de calidad y transparencia de forma tal que se genere confianza en el mercado. En este punto, vale resaltar lo afirmado por el Ingeniero chileno Manuel Reyno, cuando explica el término de Gobierno Corporativo, expresando lo siguiente: “El Gobierno corporativo se refiere a la organización de las empresas, cómo son dirigidas y controladas al incorporar RSE en sus acciones, ampliando éstas al ámbito social y medio ambiental. Teniendo como finalidad éste gobierno el satisfacer a todos los grupos de interés, trabajando en la generación tanto de ganancias económicas como de valor, para éstos la empresa y su entorno”[4]
Ahora bien, para desarrollar la evolución histórica del término BGC que ha pasado por diversas etapas, hemos considerado pertinente recoger los comentarios del destacado profesor ecuatoriano Clermont Muñoz Orellana[5], que al desarrollar su ensayo sobre Buen Gobierno Corporativo señala lo siguiente: el antecedente más remoto comienza con la crisis de Wall Street en 1929, que fue el primer aviso de la necesidad de transparentar las prácticas de negocios y el control sobre los directivos de las empresas. El segundo momento se presente en la década de los 40´s, donde las grandes corporaciones tenían el control dominante sobre sus asuntos de negocios con limitado control y monitoreo de un directorio.
El tercer momento, que corresponde a los años 70´s, entra en debate la necesidad por parte de los accionistas de ejercer sus derechos de propiedad y de velar por el incremento del valor de sus inversiones. Un cuarto momento histórico lo encontramos al iniciar la década de los 90´s, luego de una serie de despidos de las cabezas de corporaciones como IBM, Kodak y Honeywell, se empieza a buscar una manera de que el valor de la empresa no se vea afectado por los posibles conflictos entre la Gerencia y la Junta Directiva. En este sentido, el inicio del nuevo milenio ha sido excepcionalmente “ejemplar” en demostrar los efectos de un mal gobierno corporativo. En sus inicios, grandes corporaciones (como Enron, Tyco y Worldcom) caen en situaciones comprometedoras de las que la mayoría no logra sobrevivir y que denotan el bajo nivel de control y pobre manejo de gobierno.
Siguiendo este mismo orden de ideas, mención especial merece el caso Enron (empresa energética), que constituyó el mayor escándalo financiero de los Estados Unidos y trajo como consecuencia la quiebra de más de 20 mil empleados. Dicho escándalo no solo involucraba a los principales directivos de la Compañía sino también a los auditores, es por ello que después de ese escándalo se promulgó la ley de Gobiernos Corporativos, la Ley de Sarbanex-Oxley, dirigida a las empresas que cotizan en bolsa, para asegurar la transparencia de información. Nuestra opinión, es que este caso emblemático, sirvió de base para poder determinar el antecedente más próximo de la institución del buen gobierno corporativo y sus actuales regulaciones en EEUU que sirvieron para asegurar la competitividad, transparencia, eficiencia y manejo responsable de los recursos de las empresas de capitales públicos. Este modelo en los últimos años ha sido de alguna manera adaptada por diversos países en el mundo entre ellos el Perú.
Hoy en día, en un mundo de negocios globalizado como en el que vivimos, se recogen los principios originados en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE) que el año 1999 en París Francia, fijó las reglas y/o lineamientos que se convirtieron en el punto de referencia internacional respecto del gobierno corporativo, constituyendo la base para muchas iniciativas de reforma tanto por parte de los gobiernos como del sector privado. En 2003 se revisaron los Principios a fin de considerar los avances que se venían dando desde 1999, mediante un extenso proceso de consultas abiertas y basándose en el trabajo de las Mesas Redondas Regionales de Gobierno Corporativo para los países que no son miembros de la Organización. En abril de 2004, los gobiernos de los países miembros de la OCDE aceptaron los nuevos Principios. En este Resumen de Políticas se presentan los aspectos más importantes de dichos Principios y se ilustra la forma en que abordan temas clave del gobierno corporativo[6].
El BGC es muy importante para un mundo globalizado como en el que vivimos, porque al implementarlo estamos creando valor, al permitir a las empresas obtener mayor productividad, brindando un uso eficiente de sus recursos, que aseguran una mejor administración del riesgo, mayor eficiencia, competitividad y transparencia absoluta, lo que constituye una fuente generadora de confianza en la empresa y en la información de la misma hacía el exterior posibilitando un mejor posicionamiento de la empresa en el mercado. De igual manera, los beneficios que brinda el BGC son innumerables para las empresas que lo incluyen en sus políticas corporativas, porque les permite levantar capital fresco para financiar proyectos a tasas atractivas, garantizando un buen manejo en la administración de las sociedades, protegiendo los derechos de los inversionistas y otros grupos de interés, fomentando la confianza en los mercados financieros, promoviendo la competitividad de las empresas en el plano local e internacional, promoviendo la transparencia interna y externa de las compañías, regulando las relaciones entre accionistas, órganos de administración, alta gerencia, órganos corporativos, directorio, proveedores, auditores y demás grupos de interés, limitando la ocurrencia de delitos y prácticas no deseadas al interior de la empresa. Además de lo anterior, y no por ello menos importante, el BGC reduce la percepción de riesgos por parte de inversionistas y garantiza los derechos de los acreedores de la empresa.
Hasta lo aquí expuesto vale preguntarse lo siguiente: si el Buen Gobierno Corporativo trae ingentes beneficios para las empresas que deciden incluirlos en sus manuales y políticas corporativas, porque existen en los tiempos actuales tantas incompatibilidades, conflictos de interés y problemas de aplicación que redundan en el valor práctico y utilidad de este instituto? pues la respuesta es muy simple: todavía existen en Latinoamérica y en el mundo empresas con fuerte arraigo familiar, con gran concentración accionaria, con sesgos ideológicos, con poca apertura a la globalización y con Directorios y órganos de administración reacios al cambio y la integración a los nuevos estándares corporativos a nivel mundial.
Seguidamente, en el caso concreto del Perú, como economía emergente y de desarrollo bursátil incipiente, no es difícil anticipar problemas de aplicabilidad de estos principios porque aún contamos con una economía poco desarrollada, con limitadas regulaciones en beneficio de los accionistas, con un mercado de valores incipiente, poco difundido, sin mayores adherencias y dependiente de los precios internacionales de las materias primas y los metales. Es cierto, que recientemente, con el Gobierno del Presidente Humala se viene tratando de liberalizar el mercado, disminuir el costo de levantar capital y de listarse en bolsa para las empresas medianas y pequeñas, pero esto no ha sido suficiente.
En parte porque nuestra cultura bursátil es relativamente reciente y por la marcada dependencia de nuestra Bolsa de Valores a los precios de los metales y de algunas otras empresas industriales y cementeras de larga data, con altos niveles de inversión que vienen dinamizando el mercado. Creemos, sin lugar a dudas que los motivos por los cuales a nuestro entender el BGC resulta tan difícil de digerir por la clase empresarial peruana y el por qué reúne tantos problemas de aplicabilidad y oposición para su aplicación, en parte porque existe poco nivel de transparencia y regulación administrativa y bancaria en lo que respecta a la prevención y lucha contra el Lavado de Activos, altos niveles de informalidad, costos de Información e inversión altísimos, costos operativos difícilmente manejables para las empresas peruanas generalmente descapitalizadas, resistencia a la Globalización y a las nuevas exigencias del mercado, formas de gobierno y administración desfasadas y retrogradas, desconocimiento de la globalización como elemento unificador y armonizador del mercado financiero, altos costos de información que dificultan el acceso al mercado bursátil, el pensamiento a corto plazo de los empresarios peruanos, los marcados y notorios conflictos de interés de la administración y gerencia por los grupos de interés y accionistas.
Esto último, a su vez, se ve influido por el hecho de que la mayoría de las estructuras de las empresas peruanas e incluso de algunos conglomerados empresariales en el Perú presentan estructuras de propiedad familiar y altos niveles de concentración, por esta razón, existen pocos incentivos para compartir información sensible de las empresas. Finalmente, la legislación, la regulación y el poder judicial en el Perú no resultan efectivos para promover y hacer cumplir los Principios del BGC a diferencia de lo que sucede en mercados más desarrollados donde existen protocolos, manuales de complimiento corporativo y normas más severas para prevenir prácticas abiertamente incompatibles con los postulados del BGC.
Las reformas legales no salvaguardan del todo a los accionistas minoritarios de las empresas dejando de lado la estructura de la propiedad del negocio, los comités de auditoría y los órganos de administración. Como balance final, creemos pertinente que para lograr una mejor aplicación de los principios del BGC y armonizarla con los intereses de las empresas, así como para insertarlo paulatinamente en sus manuales y políticas corporativas, es necesario fomentar una mayor participación de las empresas en el mercado de valores, masificando los talleres de capacitación en BGC a costos cómodos para quienes deseen acceder a estos, disminuyendo las barreras de acceso al mercado bursátil, mejorando las normas sobre cumplimiento normativo, responsabilidad social y Buen Gobierno Corporativo, que protejan real y formalmente a los accionistas minoritario de las empresas y sus grupos de interés, endureciendo las normas de prevención de lavado de activos, creando incentivos tributarios y fomentando la masificación del mercado de valores, premiando y otorgando reconocimientos públicos a aquellas empresas grandes, medianas y pequeñas que deseen transparentar sus operaciones, regular a sus órganos de administración y mejorar su competitividad, disminuyendo el acceso al crédito y creando mercados paralelos que permitan suplir estos problemas reales y actuales que afectan la apertura del mercado peruano al mundo, afectando su competitividad, perjudicando a sus accionistas y demás grupos de interés, lo que impide una mayor y mejor transparencia hacia el exterior.
A la luz de todo lo expuesto, y como conclusión de todo lo hasta aquí dicho, sólo nos resta resaltar que el Buen Gobierno Corporativo es una institución que permite armonizar los intereses de la empresa con los de los accionistas, basado en una apertura de mercado basada en la transparencia operativa, ética empresarial y competitividad justa, a través del control de las acciones de los órganos de administración y bajo la supervisión pública de organismos reglamentarios y el gobierno, para que de tal manera se pueda asegurar la consolidación de los intereses y bienestar corporativo. Dicho esto, resulta evidente que la integridad de los negocios y los mercados tiene mucha importancia para la vitalidad y estabilidad de nuestras economías y beneficios que redundan en la imagen corporativa, la confianza del mercado, rentabilidad de la empresa y en la prevención de fraudes y otras figuras delictivas que afecten la reputación empresarial.
Los recientes escándalos corporativos de los últimos años, hicieron que los gobiernos, las entidades reglamentarias, las compañías, los inversionistas y el público en general concentraran su atención en las debilidades de los sistemas de gobierno corporativo y en la necesidad de abordar este problema empresarial desde diversas aristas. Sin embargo, hoy en día existen en tantas incompatibilidades, conflictos de interés y problemas de aplicación que redundan en el valor práctico y utilidad del BGC en Latinoamérica y el mundo, en parte por todavía existen en Latinoamérica y en el mundo empresas con fuerte arraigo familiar, con gran concentración accionaria, con sesgos ideológicos, con poca apertura a la globalización y con Directorios y órganos de administración reacios al cambio y la integración a los nuevos estándares corporativos a nivel mundial. En el caso del Perú no es muy distinto el escenario, porque como economía emergente y de desarrollo bursátil incipiente, aún contamos con una economía poco desarrollada, con limitadas regulaciones en beneficio de los accionistas, con un mercado de valores incipiente, poco difundido, sin mayores adherencias y dependiente de los precios internacionales de las materias primas y los metales.
Creemos, sin lugar a dudas que los motivos por los cuales a nuestro entender el BGC resulta tan difícil de digerir por la clase empresarial peruana y el por qué reúne tantos problemas de aplicabilidad y oposición para su aplicación, se debe al hecho de que existe poco nivel de transparencia y regulación administrativa y bancaria en lo que respecta a la prevención y lucha contra el Lavado de Activos, altos niveles de informalidad, costos de Información e inversión altísimos, resistencia a la Globalización, formas de gobierno y administración desfasadas y retrogradas, altos costos de información que dificultan el acceso al mercado bursátil, el pensamiento a corto plazo de los empresarios peruanos, conflictos de interés de los órganos de administración, estructuras corporativas eminentemente concentradas y familiares. Por último, las normas peruanas y su poder judicial no resultan efectivos para promover y hacer cumplir los Principios del BGC a diferencia de lo que sucede en mercados más desarrollados donde existen protocolos, manuales de cumplimiento corporativo y normas más severas para prevenir prácticas abiertamente incompatibles con los postulados del BGC.
[1] Abogado Senior especialista en Derecho empresarial, Laboral y Negociaciones con experiencia relevante en empresas de minería, salud, industria de la construcción y consultoría.
[2] http://buscon.rae.es/drae/srv/search?id=CXzhfBy6iDXX2fhqNteb
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Dilema
[4] Reyno, M. (2007). Responsabilidad Social Empresarial como ventaja competitiva. ¿Fuente? (CITAR BIEN, VER SISTEMA APA)
[5]http://www.espae.espol.edu.ec/images/documentos/publicaciones/articulos/buengobiernocorporativo.pdf
[6] http://www.oecd.org/daf/ca/corporategovernanceprinciples/37191543.pdf